28 Jun Nuestros hijos adolescentes y sus comportamientos
Solemos caer en la creencia, no siempre verdadera, de que nuestros hijos viven en entornos protegidos, alejados de la fealdad y de los egoísmos del mundo exterior. Lo cierto es que nuestros niños y adolescentes están mucho más en contacto con esa realidad de lo que nos podemos imaginar.
Las redes sociales les acercan al mundo de las drogas, de la sexualidad, de las apuestas provocando muy distintas reacciones en ellos; lo que se ha identificado como violencia contra ellos mismos: tal es el caso de las anorexias, los estados de ansiedad, las adicciones … o violencia contra los demás como las situaciones de acoso., ciber acoso, sexting…
La adolescencia, iniciada cada vez antes en algunos aspectos, no nos puede hace olvidar que nuestros hijos aún necesitan la guía, el control y el marco de los adultos que les rodean. El rol de la familia y los profesores son de vital importancia para construir un mundo de valores en el que la integridad, el compromiso y el respeto a uno mismo y a los demás sean fundamentales para el desarrollo personal.
Acostumbramos a creer que, por la propia naturaleza, nuestros hijos aprenderán estos valores de manera instinctiva. Sin embargo, sabemos que la infancia y la adolescencia son etapas de crueldad no siempre limitadas ni auto reguladas, de inseguridad personal, de búsqueda de un lugar en el “mundo”, que muchas veces se consigue a costa de los otros o de ellos mismos con el objetivo de ganar una mal entendida popularidad entre sus iguales.
Y al igual que esta creencia, también pensamos que el colegio es el lugar donde se podrán redirigir estas actitudes por completo. Desde el centro se abren espacios de diálogo y talleres de prevención que nos permiten identificar situaciones de riesgo, que, por la propia idiosincrasia de estas, no se suelen dar en el entorno escolar y sí al salir de clase, pero es en la verdadera comunicación, alineación y complementación donde encontramos los resultados más positivos.
Las intervenciones de las familias son clave desde el punto de vista del impacto emocional hacia los adolescentes. A los hijos les importa lo que piensan sus familias; si las decepcionan o no con sus actuaciones; si cumplen con las expectativas marcadas o no. Apelamos al diálogo familiar, a pedir explicaciones a nuestros hijos, a que nos cuenten lo que dicen y hacen y cómo se relacionan dentro y fuera del centro y a crear un espacio de diálogo familiar en el que los adolescentes puedan exponer sus miedos y en el que los adultos podamos marcarles unos límites claros acordes con los valores familiares
Los encuentros y los desencuentros están servidos pero el roce hace el cariño – todos lo sabemos- y es lo que permite abrir la puerta a la intervención de la familia y lo que nos proyecta en su mente como un referente .
La adolescencia es una etapa de experimentación, y entra dentro de la normalidad que así lo sea, siempre que el adolescente pueda a pensar: ….” Si me ven en casa…” cosa que significaría que sabe dónde están los límites y las expectativas sobre su conducta.
En definitiva, la educación es una tarea conjunta en la que cada parte juega un papel que no siempre es fácil, pero al final, es muy gratificante.
Patricia Carranza